miércoles, 29 de julio de 2020

REVISTA DE PRENSA (JULIO DE 2020)




André Kertész



PSOE y PP ultiman un acuerdo lleno de ambigüedades para salvar la comisión de la reconstrucciónEs la típica actuación de los partidos del régimen partidocrático, crear una comisión de nombre rimbombante (recuérdese lo que parece que decía Napoleón de las comisiones: "si no quiero resolver un problema, nombro una comisión"), y luego intentar "salvarla", "como sea" en nombre del mantra del consenso, es decir, del acuerdo de trileros bajo la mesa, que redunda en perjuicio del súbdito, y en la creación subsiguiente de más órganos burocráticos inútiles salvo para colocar a gente de la lista clientelar de cada partido.

Las opciones para los presos del 'procès'. Después de la aplicación del inaplicable artículo 155 (por su defectuosa y bloqueante redacción) de la Carta Otorgada del 78, y la Gatoleopardiana convocatoria de votaciones partidocráticas (ya sabe, "cambiar algo para que nada cambie"), el régimen dará libertad a estos chicos, héroes de la libertad de expresión excluyente, tras el tirón de orejas por haber roto el Consenso en su prisa por querer formar su propio estadito -que no nación- partidocrático. ("Son de los nuestros").

Moncloa teme el desgaste institucional por las investigaciones a Juan Carlos I e Iglesias. Por "desgaste institucional" el titular se refiere en realidad a la creciente evidencia de la corrupción como necesario factor de gobierno del régimen partidocrático, en este caso, referida a la figura de su mítica figura fundadora, el campechano Sucesor de Franco a titulo de rey, y, por otro lado, a la de los presuntos líos judiciales del socio de gobierno actual, feminista protector de damas en apuros. Los extremos se tocan de forma sólo aparentemente paradójica, dada la inmoralidad intrínseca al régimen.

La fiscalía propone "educar" a los presos del 'procés' en el respeto a la Constitución. Debe de ser bueno lo que se fume en la Fiscalía, por esta idea de proponer cursos de reinserción sobre respeto a la "Constitución" a unos chicos ya talluditos, que, en realidad, han mamado a sus pechos, pues la tal Carta Otorgada, que no Constitución, pues no hubo cortes constituyentes, sino un apaño secreto, consagra a los partidos como órganos del Estado, y, cosa inaudita en otras Cartas Magnas, el sistema electoral proporcional de listas de partido, que les permite a estos burgueses "indepes" obtener una presencia electoral desproporcionada, que usan para negociar sus chanchullos, siempre en nombre del corruptor consenso, con los bien dispuestos partidos estatales mayoritarios -que no nacionales, pues la nación o sociedad civil española no es representada-, e imponer progresivamente su proyecto de estadito partidocrático a una población sin referente político, y maltratada en sus derechos lingüísticos.

Rubén Gisbert analiza, por un lado, cómo la alta participación es la forma que sienten tener los partidos del régimen para asentar su legitimidad (distinta de la legalidad, asegurada por el aparato legal "que ellos mismos se han dado"), por lo que temen tanto a la abstención, y, por otro lado, cómo los partidos nacionalistas (que se definen en el caso de EH Bildu como "nacionales", y "populares, y progresistas", es decir, socialistas, ergo, nacionalsocialistas, a los que Lenin llamaba "pequeñoburgueses oportunistas") son los grandes beneficiados de la Partidocracia por su régimen electoral proporcional, que les otorga una representación (a ellos, no al distrito electoral, que aseguraría el sistema mayoritario) desproporcionada, que les permite, de acuerdo con su oportunismo político, seguir consolidando cuotas de poder en su proyecto de creación de su propio Estadito de partidos, que les permita seguir oprimiendo a la "nación" que ellos definan artificialmente desde su Estado.

España afronta los rebrotes sin el "plan B" que prometió el gobierno. No hay que legislar en caliente, es uno de los mantras que usan los partidos del régimen, para justificar su interesada atrofia legislativa cuando les interesa tener la indefinición legal como uno de los ases en la manga para aumentar su control totalitario sobre la sociedad civil desde el Estado.

Sánchez lanza una advertencia a Iglesias: "Puedes atacar a Juan Carlos, pero deja en paz a Felipe VI". ¡Vaya farsantes! Todos son monárquicos hasta las trancas, es decir, partidarios de la corrupción de Estado de las que viven ellos y sus camarillas. los españoles no pudieron elegir -ni lo harán- la forma del Estado, pues la monarquía franquista era la garantía del reparto del poder entre los veterofranquistas y la oposición oportunista, que no quiso la ruptura democrática con el régimen, sino su continuidad en su no separación de poderes, ni control del ejecutivo. La corrupción de la monarquía ha sido espejo y acicate de las de los partidos del Estado. Pero según la noticia, el pobre Pablo querría hacer caso a sus bases que le piden un referéndum sobre la monarquía (será un plebiscito, que es donde se decide sobre una sola cuestión de forma afirmativa o negativa, pero la ignorancia es supina y proporcional al grado de sectarismo), pero el malote de Sánchez se lo impide diciéndole: "No me toques a mi Felipe". Indignidad y ridículo a raudales en estas explicaciones para creyentes idiotamente ideologizados.

El ayuntamiento de Cádiz lanza el proceso de cambio de nombre del estadio Carranza. ¿Estadio Coronarranza? Los políticos de la partidocracia, que viven del régimen neofranquista instaurado en la Transacción sin separación de poderes ni libertad de representación política, usan la "memoria histórica" (la memoria que es de por sí parcial y subjetiva, distinta de la historia entendida como ciencia), para intentar hacer olvidar de dónde vienen realmente.

Los directores de institutos denuncian que carecen de medios para hacer frente a un curso sin COVID-19. Es la dura realidad. Los diversos gobiernos partidocráticos muestran su incapacidad y desinterés por atacar los problemas urgentes de los ciudadanos, a menos que esté comprometida su "imagen" de cara al circo de las encuestas de las que viven, y nos vomitan a través de los medios de comunicación a su servicio.