Jerome Abramovitch
En 1879 el sacerdote alemán Johann Martin Schleyer creó una lengua artificial, a la que llamó volapük, como lenguaje de comunicación internacional. Tras un gran éxito inicial, entró en declive cuando su fundador la declaró objeto de su propiedad, ante las demandas de sus seguidores de introducir reformas en su gramática para facilitar su aprendizaje.
Procediendo de igual manera que las sectas, según señala Mercedes Ruiz Paz en su libro La secta pedagógica (02003), la pedagogía hizo creer a los maestros que poseía la verdad absoluta sobre la educación (antes "enseñanza"). Su implantación se realizó imponiendo un nuevo lenguaje para iniciados que incorporaba inevitablemente la ideología oculta -en este caso, la socialdemócrata- que alimentaba todo el proceso. Fue el PSOE quien elevó una ideología a rango de dogma convirtiéndola en ley educativa a comienzos de los años 90 del pasado siglo, la LOGSE.
Tal ley decretaba el establecimiento de la escuela comprensiva en la llamada E.S.O., un modelo que ya había fracasado en Inglaterra, y que se pretendía "moderno, progresista, y antielitista", es decir, teñido de ideología, y que quería a todos los alumnos agrupados por la misma edad en las mismas aulas recibiendo todos la misma enseñanza hasta los 16 años. Pero según señalaba Ruiz Paz: "Como las diferencias en el ser humano son naturales, para poder llegar a todos, la enseñanza terminó rasándose a la baja y limitándose a dar, también en secundaria, unos conocimientos básicos al alcance de todos los alumnos -de ahí la exigencia administrativa de precisar los "conocimientos mínimos" que permitieran el aprobado-. La comprensividad convertía a la secundaria en una extensión de la primaria" (o.c. p. 96).
Ante esta realidad humana diversa, que choca con el monolistimo perceptivo de lo fenoménico propio de la ideología, la jerga educativa creó el concepto de "atención a la diversidad del alumnado" -el masculino genérico se había convertido ya en un rasgo de lenguaje sexista para la ignorancia lingüística interesada de quien quiere imponer su ideología a los demás-, por el que el mismo sufrido profesor que enseña a 30 alumnos debe ofrecer al mismo tiempo "atención educativa" a alumnos que no pueden seguir el plan de estudios normal por falta de capacidad (aunque ya se encargan de clasificarlos en forma de diagnóstico: hiperactividad, déficit de atención -el lenguaje, en estos casos, construye la realidad-) o por discapacidades, a veces severas, auditivas o visuales. Tras los duros e ineficaces viejos tiempos de la LOGSE los desastrosos resultados han llevado a que se alivie en cierta medida la situación creando programas específicos para estos alumnos con "déficits cognitivos" en aulas especiales, aunque no se toman medidas en todos los casos con los alumnos con discapacidades sensoriales, que precisarían contar, al menos, con un profesor de apoyo en las aulas ante la entelequia de ofrecer una "atención a la diversidad" adecuada, que no quede en un mero buenismo hipócrita.
Este concepto ha tenido una última vuelta de tuerca ideológica con la creación de la llamada "atención a la diversidad afectivo-sexual del alumnado". Sería difícil no concebir tal "atención" de una manera que no fuera una intromisión intolerable en la intimidad y privacidad de los alumnos, si no se la entiende como una estrategia para el adoctrinamiento en la ideología de género, tanto más preocupante, si no se pretende enseñar la distinción entre "sexo" y "género" establecida por el feminismo clásico (véase a este respecto la tesis doctoral de Melani Penna Tosso, Formación del profesorado en la atención a la diversidad afectivo-sexual, 02012, el más amplio y documentado estudio accesible en la Red), y ya reconocida por la Junta de Andalucía en sus propios documentos (“Programa de Educación Afectivo Sexual. Educación Secundaria” I. Sexualidad, educación sexual y género. Autor: Fernando Barragán Medero Edita: Junta de Andalucía. Consejería de Educación y Ciencia e Instituto Andaluz de la Mujer), y lo que se pretenda, digo, sea la extensión de doctrinas como la llamada "teoría queer" que:
"Crítica del sexo como
característica biológicamente determinada frente a las teorías
feministas, que en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres,
establecen la distinción entre el sexo, como una dotación biológica
y el género, como un constructo social que nos es asignado en
función del sexo que tenemos cada persona, la “teoría queer”
plantea que el sexo no sería una característica biológicamente
determinada (Trujillo, 2008). El sexo, para los postulados de la
“teoría queer”, sería una consecuencia del género que tenemos.
Es decir, culturalmente se nos asigna un género que va a marcar
nuestro sexo, lo va a configurar y perfilar. Así el género, la
cultura, determina el desarrollo del sexo de cada individuo, o, como
afirma Delphy (1985) que: “la práctica social, y solo esta,
trasforma en categoría de pensamiento un hecho físico en si mismo
desprovisto de sentido” (Delphy, 1985: 118). [...] estos
autores entienden que los sexos masculinos y femeninos son un
constructo social y político que se legitima mediante argumentos que
apelan a la biología, a lo que es natural frente a lo que no resulta
natural, deslegitimando lo que no es natural y legitimando lo que si
resulta natural. Desde esta lógica una persona transexual iría
contra la naturaleza de su sexo, al intentar y las personas que nacen
hombres o mujeres serían más hombres y mujeres que las personas
transexuales, cuyo sexo es un producto artificial y no algo natural.
Esta perspectiva del sexo como un producto “biopolítico”
(Foucault, 1976; Preciado, 2005) ha generado disputas dentro del
propio movimiento LGBT y ha marcado el distanciamiento de este
movimiento con respecto a la teoría queer. (M. Penna Tosso, o.c., p. 211)
Así pues, desde la teoría
queer, se considera que la sexualidad es una construcción, social,
política y lingüística que no debe basarse, por lo tanto, en
argumentos supuestamente biológicos que no dejan de ser argumentos
“biopolíticos” (Foucault, 1976; Preciado, 2005). (Ib. p. 212)
Crítica a la rigidez de
las identidades: La “teoría queer” plantea que la identidad es
un constructo en permanente redefinición y que la identidad sexual
no tiene que ser un rasgo físico de las personas a lo largo de toda
su vida, sino una construcción social abierta a permanentes
reconstrucciones y redefiniciones (Córdoba García, 2005; Pérez
Navarro, 2005), que debe ser permanentemente asumida e inmediatamente
puesta en cuestionamiento (Gallop, 1982). De esta manera, desde la teoría
queer se rechaza la presión social y política que actúa en cada
persona y limitando la diversidad afectivo-sexual (Butler, 1993, 2001
y 2009). Podríamos afirmar, siguiendo este razonamiento, que hoy las
identidades son heterogéneas, cambiables y de límites fluidos. Son
antes un proceso que algo que nos viene dado desde el nacimiento
(Viñuales, 2002). Butler (1993) establece el concepto de
“performidad” para describir una identidad sexual y un sexualidad
que cambia permanentemente, que se trasforma en función del contexto
en el que se desarrolla (Córdoba García, 2005; Preciado, 2005).[...] . De cara a la presente investigación consideramos
pertinente tomar en consideración las ideas y los planteamientos de
la “teoría queer” anteriormente expuestos, al dar una visión
más abierta de la sexualidad y de la diversidad afectivo-sexual. Por
ello a partir de ahora, en el presente documento, emplearemos la
denominación de “movimiento LGBTQ”, por ser esta la denominación
más extendida e nivel mundial en los últimos años. (Ib., o.c., p. 214-215)
Cierto es que se habla de la necesidad de tal "atención a la diversidad afectivo-sexual" como modo de combatir la homofobia, pero es verdad también que la Junta cuenta ya con sus propios protocolos contra el acoso escolar, y por la defensa de la identidad de género, por lo que la aplicación de tal "atención" sería -me temo- empleada para la divulgación de ideologías ajenas al rigor científico y moldeadoras de conciencias a través del control del lenguaje.
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