Se han convocado finalmente votaciones en nuestra partidocracia, que se haya por otra parte, a través de sus medios de comunicación de masas, en perpetua campaña electoral. Convocar votaciones generales, europeas, y autonómicas en una sola fecha hubiera, sin duda, ahorrado dinero al súbdito contribuyente, pero como la casta política, por su propia esencia estatal, es enemiga y abusadora de la sociedad civil, convoca en dos fechas distintas para que los partidos puedan gastar el 100% del máximo establecido por la Ley para esa campaña, y, un mes después, puedan usar el 100% del gasto máximo fijado para esa segunda fiesta de la pseudodemocracia, gastos todos subvencionados por el Estado en el que anidan los partidos de este régimen oligárquico. Por otra parte, los diputados tendrán derecho a una llamada "indemnización de transición" por disolución de las cámaras.
Las dos noticias aludidas son síntoma de la inexistencia del principio de representación, propio de la democracia formal, en nuestro régimen de partidos. El partido, cuyos cargos electos integrados en listas que sólo representan al jefecillo que las crea y que luego el votante se limita a refrendar, saca del Estado en el que se ha instalado, pues aquél no forma parte de ninguna sociedad política intermediaria entre sociedad civil y Estado, una cantidad ingente de dinero que proviene de los bolsillos de los súbditos a los que luego se quiere presentar como protagonistas de esas farsas electorales de las que tantos viven, quienes, incluso, aspiran a ser indemnizados en los periodos de interregno, pues de ninguna manera tienen conciencia de representar a los electores de un distrito; al contrario, esperan cobrar de una estructura de poder integrada en el Estado y que ha secuestrado la actividad política.
Imagen: elmundo.es
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