domingo, 15 de septiembre de 2024

POR QUÉ EL "RESTO DEL MUNDO" HA ELEGIDO A RUSIA

 



Tal es el título del capítulo 11 (Pourquoi le reste du monde a choisi la Russie) de La défaite de L'Occident de Emmanuel Todd. Señala el autor el hecho sorprendente para él de que, desde el comienzo de la crisis de Ucrania, Occidente, tanto en su rama norteamericana como europea, sigue considerándose aún el centro del mundo, o mejor aún, que lo representa en su totalidad, y a cuyos valores el resto del mundo estaría rendido de admiración.

Parece, según Todd, que desde la caída del muro de Berlín, Occidente se hubiera aferrado a una mirada narcisista de autocomplacencia. No obstante, después de la Gran Recesión de 2007-2008, y del traspiés de la globalización que Occidente desencadenó -buscando con la deslocalización convertir a la población del "Resto" en un proletariado generalizado-, dice Todd, "el narcisismo occidental, y la obcecación que produce, se ha convertido en una de las ventajas estratégicas principales de Rusia (op. cit. p. 305)".

Así, sólo han condenado con añadido de sanciones económicas a Rusia los EUA, la UE, y algunos pocos países satélites (que no representan más que el 12% de la población mundial), siendo sorprendente la gran cantidad de países que ni siquiera condenaron formalmente la acción militar del país eslavo. Un efecto colateral de la guerra (que debía aislar a Rusia) ha sido, incluso, el aumento del número de países adscritos a los Brics.

Todd intenta, pues, dar una visión más realista del mundo, explicando porqué ese "Resto del mundo", expresión que proviene de la anglosfera para designar al no-Occidente (The West against the Rest), no ha apoyado a Occidente, sino que ha deseado la victoria de Rusia, y, tras constatar que ésta ha aguantado la riada de sanciones, ponerse poco a poco de su lado. La realidad del mundo es, para el ensayista francés, el doble antagonismo, económico y antropológico, que enfrenta el "Resto" al Oeste.

El antagonismo económico, expresa Todd, "deriva del hecho evidente de que la globalización ha demostrado ser no más que una recolonización del mundo por Occidente, este vez bajo dirección norteamericana y no británica. La explotación de los pueblos menos avanzados (la extracción de la plusvalía, que dirían los marxistas) ha sido más discreta, pero mucho más eficaz que en los años 1880-1914) (op. cit. p. 310)"

En cambio, una Rusia que vive de sus recursos naturales y de su industria, y que no tiene medios, ni lo pretende, para imponer sus valores y su cultura, ha parecido preferible a un "Resto", que espera que ésta, que había contribuido a la primera descolonización en la época de la URSS, lo haga en esta segunda. (Recordemos los recientes sucesos en algunas antiguas colonias francesas, víctimas de la Françafrique, que han expulsado de sus territorios a las tropas galas y norteamericanas, y han abierto sus brazos a la influencia rusa y china).

Por otra parte, la posible alianza entre Occidente y las oligarquías dirigentes de países del "Resto" se ha visto fracasar por la incautación ilegal de activos rusos en Occidente: esto ha provocado una ola de terror entre éstas, que les lleva, a una velocidad u otra -pues esta ruptura de confianza les puede hacer pensar con razón que podrían ser los siguientes-, a querer librarse del imperio del dolar.

Finalmente, del punto de vista antropológico, la imposición desde Occidente de una legislación LGTBI y transgénero a cambio de ayudas económicas, o de sanciones en caso de negativa, provoca un rechazo creciente en este "Resto", que tiende así a un enrocamiento identitario, que no puede ver más que con simpatía un neoconservadurismo moral ruso que ya no es ateo.

Esas legislaciones arriba aludidas, como la desarrollada recientemente en Japón, tienen como objetivo afianzar la pertenencia al campo occidental. Pero en este punto ve el estudioso francés la ironía suprema: ¿cómo una ideología como la transgénero, que afirma que un hombre puede volverse mujer y viceversa, cómo ese culto de lo falso (culte du faux, p. 334) puede llevar a alianzas fiables? Del tal suerte, señala Todd, se ha establecido una "relación mental y social entre ese culto de lo falso y la nula fiabilidad ya proverbial de los EUA en los asuntos internacionales" (op. cit. p. 334).


sábado, 7 de septiembre de 2024

LA FORTALEZA Y LA DEBILIDAD DE RUSIA EN LA GUERRA DE UCRANIA

 



Señala Emmanuel Todd en el capítulo I de su obra (La stabilité russe) que la solidez de Rusia ha sido una de las mayores sorpresas de la guerra, aunque, según el autor, no debería de haberlo sido. La verdadera cuestión es cómo los occidentales han subestimado a tal nivel a un enemigo, cuando los verdaderos datos sobre la recuperación económico-política del país eslavo desde principios del siglo XXI, tras el derrumbe de los años 90 del siglo anterior, estaban disponibles.

Todd revisa estos datos, incidiendo en que uno de ellos, una tasa actual de mortalidad infantil en Rusia inferior a la de los EUA, es un factor que muestra que aquél no puede aparecer en estadísticas sobre corrupción por delante de éstos (La mortalité infantile, parce qu'elle reflète l'état profond d'une société, est sans doute en elle-même un meilleur indicateur de la corruption réelle que ces indicateurs fabriqués selon on ne sait trop quels critères [p. 39]).

Si Angela Merkel y François Hollande confesaron que firmaron los acuerdos de Minsk de 2014 para dar tiempo a los ucranianos para armarse, afirma por su parte Emmanuel Todd que tampoco fue un tiempo perdido por los rusos, que necesitaban un periodo para hacer frente a la desconexión de Swift y para afrontar un régimen de sanciones extremo. Así, en la regulación de Internet puede verse una de sus mayores victorias, pues han combinado la presencia de los gigantes norteamericanos del sector con otros campeones nacionales que les permite ser autónomos -recuérdese el caso de la caída mundial de Microsoft en julio pasado, a la que Rusia resultó inmune-.

Según Todd la imagen occidental de un Putin estalinista gobernando un pueblo de imbéciles no puede estar más lejos de la realidad; la "democracia autoritaria" de Putin se inscribe en una continuidad de la historia general de Rusia con sus propias características: en primer lugar, una vinculación visceral con la economía de mercado, a pesar del papel central que juega el Estado; en segundo, una libertad total de circulación para los ciudadanos rusos; y por último, la ausencia completa de antisemitismo, vieja cabeza de turco de los líderes soviéticos. Rasgos todos que hablan de cierta seguridad en sí mismo por parte del régimen.

Por otra parte, las clases medias rusas (de las que salen proporcionalmente casi el doble de ingenieros que de las de los EUA) no han servido al bello sueño occidental de derribar a Putin, tras haber contribuido a la caída del comunismo. Era, de tal suerte, inevitable que la Rusia postcomunista conservara rasgos comunitaristas (propios de la familia tradicional, autoritaria (en la figura del padre) e igualitaria (entre los hermanos)), en mayor o menor medida en todos los estratos sociales, a pesar de la adhesión fervorosa a la economía de mercado.

Tras analizar estos elementos constitutivos de la estabilidad rusa, pasa Todd a analizar su verdadera fragilidad: la demografía.

Señala el demógrafo francés que la contracción de la población masculina reclutable pone en evidencia la propaganda eurootanista de comienzos del conflicto, que afirmaba que los rusos querían llegar hasta Lisboa. Rusia simplemente no dispone de hombres para ello, ni nunca fue su objetivo.

Ante tal penuria demográfica y baja natalidad (común a casi todo Occidente) Rusia ha desarrollado una estrategia particular, la estrategia del hombre escaso (La stratégie de l'homme rare [p. 64]). El ejército ruso ha decidido, pues, hacer una guerra lenta para economizar hombres, mientras desangra al enemigo.

Los estrategas de Washington son conocedores de esa realidad, pero ello les ha llevado a subestimar la capacidad de un Estado que, a pesar de contar con una población decreciente, posee un elevado nivel educativo y un nivel tecnológico muy relevante.

El tiempo corre por el momento a favor de Rusia, aunque ella misma sabe que no eternamente; por eso su única salida es la victoria.