Frank Horvat [Art Blart blog]
En su balance COVID-19 de septiembre Miguel Sebastián señala la falta de fiabilidad de los datos estadísticos españoles: "como ya hemos comentado en muchas ocasiones, la calidad de los datos españoles es cuestionada por todos los analistas. No se reportan las incidencias del conjunto de la población, el nivel de testeo es muy bajo y no se toman en cuenta los positivos del test de autodiagnóstico, que se compran en las farmacias, excepto para la población cuya edad exceda los 60 años. La estrategia de frenar la información para que la gente se olvide del Covid se ha visto truncada por el contagio del presidente del Gobierno y de buena parte de la delegación española que le acompañó en su viaje a Nueva York, con motivo de la Asamblea General de Naciones Unidas. Otros líderes europeos, como el canciller alemán, también se contagiaron. Todo esto a los pocos días de que el presidente Joe Biden afirmara que "el Covid se había terminado en EEUU". Los casi dos millones de casos nuevos y los 11.000 muertos registrados en su país durante septiembre deberían invitarle a la prudencia [...] En septiembre, según las cifras del Ministerio de Sanidad, se registraron en España 1.375 fallecidos por Covid-19. Se trata de una gran mejoría con respecto al mes pasado (2.085) y con respecto a septiembre del año pasado (2.075). Pero sigue siendo un número muy elevado: 46 muertos por día de media, niveles tan malos como los de diciembre pasado, en pleno arranque de la 6ª ola. La cifra, además de dolorosa, vuelve a dejar en ridículo los datos de contagios del mes: 77.300. Si esta cifra de contagios fuera creíble tendríamos una letalidad del 1,8% frente al 0,32% del total mundial, que incluye a países con un nivel de vacunación muy inferior al nuestro. Para obtener una tasa de letalidad razonable, nuestro número de contagios mensuales en septiembre se situaría en el entorno de los 460.000, que es una cifra más cercana a la de Italia. Por ese motivo, insistimos una vez más, sin acritud, que los datos de contagios de España no tienen ningún valor estadístico. Pretender que en España ha habido 13,4 millones de contagios, de una población de 47 millones, es otra forma de ver lo irrisorio de estas estadísticas, pues es difícil conocer a gente que no se haya contagiado al menos una vez.Desde hace tiempo, el INE debería haber asumido la gestión y publicación de los datos de la pandemia en España para evitar el deterioro que sufre la imagen internacional de nuestro país."
Ignacio Ruiz Quintano recuerda el falso debate sobre el fascismo generado por las elecciones italianas, y afirma, para "todos esos ratones que no nos dejan dormir royendo lugares comunes en su guerra de almohadas contra el fascismo: en los Estados de Partidos todos los partidos, todos, son fascistas". Pasa acto seguido a analizar la diferencia entre democracia representativa norteamericana y el Estado de Partidos europeo: "En la democracia representativa (la americana y se acabó) los partidos son intermediarios de la sociedad (al menos hasta el triunfo del “totalitarismo invertido” acuñado por Wolin). Pero en la “democracia liberal”, como llaman los liberalios al Estado de Partidos europeo, convencidos de que así lo arreglan, los partidos son órganos del Estado: todo en el Estado, todo por el Estado, nada sin el Estado. Para los europeos, el totalitarismo es un estado del espíritu (y de lo otro), y todos somos totalitarios sin saberlo, como descubrimos al ver a nuestros vecinos aplaudir en el balcón a los carceleros de su confinamiento ilegal, el mayor crimen político que puede cometer el poder contra su propio pueblo, con las consecuencias (ninguna) que ya hemos visto [...] ¿Qué se proponen las Melonis? ¿Subordinar el legislativo al ejecutivo? ¿Cómo? ¿Con el ejecutivo haciendo, no las leyes, que ésas vienen hechas como las pizzas de antros que nadie ha votado, sino las listas de paniaguados del legislativo que así, y merced al sistema proporcional, únicamente representan a sus jefes? Voces de “¡Fascismo!” “¡Fascismo!”.
Alberto Iturralde y Emilio Triviño anuncian el I Encuentro para la Libertad Política el 15 de octubre en Málaga, y se hacen otras preguntas: "¿Quién verifica a los verificadores? ¿Por qué una plataforma de difusión se erige como como la garante de la veracidad, incluso cuando son los propios protagonistas de la noticia quienes la cuentan? Cada día es más frecuente que las empresas privadas, a veces por orden de organismos políticos, impidan la libre expresión y la libre información en Occidente, tal fue el caso reciente de La Reunión Secreta".
Irene González plantea la aparente paradoja de que en nuestro entorno político-geográfico sea difícil mantener una postura no beligerante respecto a la guerra de Ucrania: "Vivimos en una democracia tan liberal que mostrar preocupación y rechazo a la posibilidad de una guerra nuclear en suelo europeo se considera putinista, alta traición o lo que es más ridículo: equidistante. En el mundo libre y de la razón que representa Occidente se ha vuelto algo peligroso pensar y hacerse preguntas para entender cuanto afecta a nuestra vida, todo lo que nos rodea, que es precisamente lo que determina a una persona como civilizada y no su tarjeta de crédito [...] De repente, los telediarios normalizan la posibilidad de un ataque nuclear y no se puede hacer una reflexión ni mostrar una preocupación ante ese escalofriante escenario. Respecto a la guerra de Ucrania no pueden aportarse datos históricos, como la realidad rusa de Crimea desde 1783, cuando Catalina II la consiguió del turco. No se puede mencionar el contexto étnico y lingüístico del Donbás, en guerra desde el 2014, ni de los sucesos de Odessa de aquel año. No se puede hablar de antecedentes al conflicto, ni de intereses de terceros países en él ¿Por qué desde 2014 cualquier suceso en Ucrania lo trataba el Kremlin con la Casa Blanca y no con el nuevo Gobierno de Kiev, como si hubiese sido elegido desde ella? ¿No es una democracia? ¿Por qué Rusia pide asegurar el suministro de agua a Crimea?" Ante esta situación, la articulista señala la situación de indefensión del súbdito, que no tiene ninguna manera de pedir cuentas a un poder ejecutivo que carece de controles en esta partidocracia: "No podemos hacernos preguntas, no podemos acceder fácilmente a la información, no podemos exigir que rindan cuentas. No podemos dudar ante los entusiastas del camino hacia una guerra nuclear bajo amenaza de ser acusado de putinista. El Donbás, esa región que no sabía de su existencia hasta principios del 2022, ¿vale para usted y sus hijos una guerra nuclear de consecuencias desconocidas? Si ha dudado un segundo es usted un equidistante para los shérif de la libertad ucraniana en España, que actúan como fans de guerra nuclear a la que no tienen intención de acudir." Constata, asimismo, Irene González que se ha proscrito la paz, incluso aunque la pida el Papa, quedando alfombrado el camino de la servidumbre voluntaria que caracteriza nuestra vida social y política, en este caso, en aras de los intereses de una Gran Potencia: "Para una vez que el Papa Francisco actúa como un católico al pedir un Acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania, le costó acusaciones de ser simpatizante del terror comunista. ¿Qué debería pedir el líder de una Iglesia católica? ¿La aniquilación de Rusia?. Si ya ni el Papa puede pedir paz, ¿qué podemos decir los demás para los sheriff de la guerra? La mayor deshumanización del individuo es arrebatarle su libertad de pensamiento y el poder más absoluto es conseguir la sumisión sin violencia, por voluntad propia. Pedir control, transparencia, información, la posibilidad de una conversación planteando dudas y pedir una reflexión antes de lanzarnos a un conflicto bélico de consecuencias devastadoras que se desarrollará en suelo europeo, no americano, es una actividad perseguida, proscrita y de alto riesgo en esta democracia europea a defender."
A vueltas con la guerra de Ucrania, el analista Francisco Lázaro apunta causas para justificar las escasas iniciativas de paz registradas hasta la fecha: "¿Por qué el viraje hacia la paz es un tema tan incómodo, que trae consigo una pérdida de prestigio y de imagen para los gobiernos y las instituciones de la Unión Europea? Pues muy sencillo. Si la diplomacia es ahora algo tan razonable, ¿por qué no lo fue desde el comienzo de la guerra? ¿Por qué esa insistencia en imponer sanciones, desconectar gasoductos, volar puentes y suministrar armas defensivas para una guerra de desgaste cuyo objetivo no era la victoria, sino simplemente desgastar a Rusia? Y lo más bochornoso para Europa: la decisión de abrir cauces de diálogo, que está ya en ciernes, pone al descubierto el hecho de que desde un principio, quien realmente estuvo abierto a propuestas de negociación fueron los rusos, y no la OTAN, que no hizo más que rechazarlas una y otra vez, por las razones ideológicas o de conveniencia que fuera. Esto y no otra cosa, la hipocresía europea, nuestro oportunismo, las consecuencias de la inepcia cortoplacista y la corrupción de todos esos personajes que dirigen la Unión Europea y la OTAN, las Von der Leyen, los Josep Borrell, los Jens Stoltenberg [...] inútiles y bien pagados con cargo al bolsillo del contribuyente, es lo que cuesta tragar. Y también lo que resume la esencia del fracaso de Bruselas y de los gobiernos alemán, francés, británico y español en un desafío histórico que afecta al destino de Europa".
Martín-Miguel Rubio Esteban recuerda el criterio de Antonio García-Trevijano sobre la inutilidad de la OTAN, y la situación política en Ucrania:"La historia posterior ha dado la razón a Trevijano sobre el peligro que entraña la misma OTAN, instrumento militar encaminado sólo a defender los intereses de los EEUU en detrimento de la propia Europa. [...]. Cuando Rusia recuperó Crimea como territorio ruso que es hasta las cachas, Trevijano aplaudió esta decisión de Putin. Crimea es rusa desde hace doscientos cincuenta años. Y si no fuera rusa, sería turca. En las playas de Crimea pasaban los veranos los Romanov, en el Palacio de Livadia, en Yalta, precisamente en el mismo lugar en que se celebró en febrero de 1945 la famosa Conferencia de los Tres Grandes, EEUU, Rusia y el Imperio Británico, lugar también en el que se acordó –que lo recuerde Lituania ahora– que Könisberg, la cuna de Kant, y su hinterland debían ser transferidos a Rusia. Trevijano entonces llamó “cobarde” a Putin por no hacerse en la misma maniobra militar con las regiones rusas de Ucrania, casi todo el territorio que se encontraba al este del río Dniéper, aquel que más concretamente estaría comprendido al este de una línea recta imaginaria que uniría Jarkov con Jersón. Ello nos induce a pensar que Antonio hoy defendería los objetivos rusos en esta guerra, con independencia de que sintiese profunda aversión a la oligarquía que dominaba entonces y hoy el poder político en Rusia, pilotada por el ya dictator Putin. La actual guerra de Ucrania ha reactivado sin duda el gran complejo industrial-militar de los EEUU. Biden se reúne en Madrid con sus socios-subordinados de la OTAN como el gran comercial del inmenso arsenal americano, obligándoles a la compra y al rearme. Como dijo Adlai Stevenson, uno de los primeros representantes americanos en la ONU: “No podría concebirse la estructura de los grandes negocios en América sin la fabricación de armas. En Washington nadie toma en serio la idea del desarme.” Pocos representantes de la Administración americana han sido tan sinceros. Y a Eisenhower le honra la declaración que formuló en su discurso de despedida en enero de 1961, en la que advirtió de la influencia cada vez más apreciable de las “conexiones entre una inmensa organización militar y una gran industria armamentista. Dijo: “Debemos evitar la creciente influencia, pretendida o no, del complejo militar-industrial”.
Luis Riestra expone las tropelías del "oligopolio autorregulado" que constituye el sector bancario español, y la responsabilidad de la partidocracia: "En el momento actual sus tropelías más destacables serían las comisiones abusivas a los clientes, la no remuneración de ahorradores, la explotación de trabajadores de oficina, las barreras a mercados alternativos de ahorro (para quedárselos ellos), malas condiciones a proveedores (alquileres, servicios, etc.) y mala información de productos de riesgo, por solo nombrar algunas de sus prácticas más aberrantes. No extraña pues que en España se hayan disparado las reclamaciones un 61%. Para colmo de males, España padece una oligarquía de partidos estatales que utiliza al sector para expoliar al ciudadano y que tuvo su mayor botín en la orgía inmobiliaria y saqueo de las cajas de ahorro, un verdadero crimen de lesa patria. Se supone que hay un banco central para evitar eso pero, en atención a sus actos y a la evolución profesional de algunos de sus altos directivos, a su promoción de la banca progresista, otro invento ruinoso, y a toda la evidencia conocida, la conclusión es la contraria, algo que, obviamente, no investigará el parlamento de la partitocracia. El daño en el patrimonio de todos, grandes y pequeños, y en el negocio bancario (en la demografía ha sido criminal) de tantos desmanes es histórico [...], por no hablar de la enorme pérdida de talentos de una restructuración oligopólica, pérdida que posteriormente ha venido impidiendo la normal "destrucción creativa" (Bernanke) y recuperación general. Un crimen. Desde el 2009 lo característico ha sido el crecimiento anual [...] en tasas negativas, algo que se invirtió en la pandemia (ayudas, etc.) y, ahora, con el ajuste que viene, volverán las excusas de siempre para seguir expoliando al ahorrador, sobre todo al más modesto, que es la columna vertebral de nuestra economía."
Rubén Gisbert señala cómo las previsiones económicas del gobierno en las que basa los próximos presupuestos del Estado distan de ser reales, hecho propio de un régimen político, cuyos detentadores buscan, esencialmente, mantenerse en el poder y ser reelegidos utilizando el presupuesto público. Esta dinámica ha desplazado a España muy lejos en la clasificación de los países desarrollados, y lo ha convertido en uno endeudado hasta las trancas. La sociedad civil debe enfrentarse pacíficamente contra la clase política del Estado de partidos, exigiendo un cambio en el modelo de Estado y la forma de gobierno, que busque la eficacia y la eficiencia, ateniéndose a tres principios jurídicos: la separación de poderes, la representatividad política, y la independencia judicial.
Hásel-Paris Álvarez publica un artículo en respuesta a otro de Pedro Vallín, que usa personajes de la obra de Tolkien, y emplea el término 'rojipardo' ("algo así como ser “rojo” y “facha” a la vez. Desde entonces, “rojipardo” es el término de referencia de progres (y liberales) para denostar a todo aquel que cree en abolir la pobreza, pero no necesariamente en abolir la familia, la Semana Santa, los géneros o las fronteras. Es decir, para denostar a cualquier persona medianamente normal."), que, en la actual guerra de Ucrania, Vallín relaciona con el de 'putinista' ("Tiempo después llegó la guerra de Ucrania. O mejor dicho, Rusia entró en la guerra civil ucraniana que - a mi modo de ver- llevaba años en marcha. O mejor dicho aún, se desencadenó la guerra entre Rusia y la OTAN, auténtica instigadora de todo este conflicto, bajo dirección de Estados Unidos. El relato puede variar según el punto de vista, pero lo que se ha instaurado en la mayor parte del arco mediático y político es un discurso único: la OTAN es el bien, y quien lo dude está con Putin. “El que no está con nosotros está contra nosotros”, era el lema neocon de Bush hijo y es el lema progre de Vallín. Pero buena parte de la izquierda rechaza esta burda trampa. Desde los podemitas a los chavistas, desde los grillini italianos a los insumisos franceses. Se niegan a convertir a Ucrania en un polvorín y en la antesala de una tercera guerra mundial nuclear. Se niegan a hacer de Europa un yermo industrial y un secarral energético. Piden neutralidad en lo militar y piden soberanía en lo económico. Entre estos disidentes, por cierto, están Monereo e Illueca, ¡los “rojipardos” primigenios! Así que Vallín lo vio claro: la jugada maestra está en vincular la absurda acusación de “rojipardo” con la absurda acusación de “putinista”. Al fin y al cabo, ¿no es Putin el gran “rojipardo”? La derecha dice que es un rojo neo-soviético y la izquierda que es un facha neo-zarista ".) Contra estos 'putinistas' a derecha e izquierda habla Valllín de la nostalgia futura por "el mundo democrático burgués", a lo que responde el autor del artículo: "¿Qué es eso de la “democracia-burguesa-liberal”? Pues un término absurdo, a la luz de la Historia. Ni la burguesía tuvo nunca un compromiso real con el liberalismo, ni el liberalismo con la democracia. La “democracia- burguesa-liberal” acaba siendo, por lo tanto, partido-cracia (poder de los partidos), pluto-cracia (poder del dinero) y tecno-cracia (poder de los “técnicos” de Bruselas y Washington) ". Da la vuelta, finalmente, a las metáforas de Vallín, lo que le lleva a hablar de una izquierda Gollum que es la que representaría éste y el establecimiento mediático 'progre': "Pero la característica que da nombre a Gollum es el molesto ruido que hace al tragar. Lo mismo define a la izquierda Gollum: tragar ruidosamente. Tragar con la OTAN, tragar con lo del Sáhara, tragar con los recortes que nos imponen con la excusa de la covid o de Putin, tragar con las condiciones de la Comisión Europea, tragar con las triquiñuelas del PSOE, tragar con los productos culturales de los campus yankis y hasta tragar insectos si así lo manda el Foro de Davos. Se ha de ser bondadoso con Gollum, dice Gandalf, pero cuando caiga el Mordor del capitalismo imperialista, la izquierda Gollum se hundirá con él.".
Irene González habla de "fiebre trans" y la pone en relación con la actitud de servidumbre voluntaria de la sociedad española ("Muchos ven la Ley Trans como una cosa rara, demasiado grave y cercana como para querer creer que estén ante un peligro real. Es la situación de muchos padres con hijos preadolescentes. Siempre me dejó perpleja la facilidad con la que el buen ciudadano cree cualquier propaganda gubernamental mientras muestra una obstinada reticencia a percibir la realidad más cercana"). Acto seguido, señala el origen del problema ("En Estados Unidos hay una tensión de posmoderna guerra civil entre identidades que han visto exaltada su diferencia con virulencia, rompiendo entre ellas el vínculo común, la patria. La víctima es el nuevo Dios. Si movimientos como el Black Lives Matter dividieron una nación en razas, en minorías, entre los que se arrodillaban y los que no, la Ley Trans lo que divide son familias, el último refugio del individuo al que se le ofrece una identidad nueva y otra comunidad a la que debe todo."). Este perverso concepto de identidad, excluyente e irracional, domina sobre el de personalidad, particularmente frágil en la juventud actual ("Pero esta ley sobre todo separa a los padres de sus hijos cuando esos adolescentes mimados y caprichosos sientan la mínima frustración ante su cuerpo imperfecto. Una comunidad de influencers trans en su móvil les dice que toda solución a sus problemas de popularidad y aceptación propia se solucionarán siendo Trans. Y es fácil que acaben creyéndolo y confundiendo los problemas de aspecto que todos tenemos en la adolescencia, especialmente las chicas, al ver en medios, en la industria de la moda, la música o el cine, que no falta una persona Trans como la pieza principal. Son hasta intelectuales de referencia.") Esta ley, en la mejor tradición totalitaria y fascisto-estalinista de exaltación de la juventud, para abstraerla de la familia sustituyéndola por el Estado (cuyos gobiernos crean leyes independientemente de un poder legislativo, que, como sabemos, no representa a la sociedad civil en las Partidocracias), puede hacer perder la custodia legal a los padres, como señala la articulista, quien insiste en sus peligros: "Esta normativa contribuye al derribo de los pilares biológicos que sustentan la convivencia. La realidad queda proscrita. Que unos padres se preocupen y quieran ayudar a sus hijos les aleja de los mismos. La protesta aún está en su mano. Antes de que el daño sea irreversible.".
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