martes, 10 de septiembre de 2019

LECCIONES DE EE.UU.





Este cuadro de 2008 de la pintora británica Dawn Mellor titulado "Hillary" parece premonitorio del destino de la candidata del partido demócrata, así como un reflejo de su espejo de Dorian Gray particular. Frente a otras obras de la artista donde retrata a celebridades, cuyos retratos deforma a posteriori con añadidos grafiteros, en este caso la deformidad del retrato es directa. Los ojos saltones de la político resaltan en su cara hinchada y terrosa de maquillaje, y su desconcierto ante el agua que le sube al cuello resulta acentuado por el gesto de su mano en la nuca.

El triunfo de la candidata del establishment político-económico y de la intelligentsia progresista se daba obligatoriamente por descontado desde la práctica unanimidad del conglomerado mediático frente al zafio aventurero y oportunista Trump. Su fracaso clamoroso fue, en cambio, el de lo políticamente correcto como vehículo intelectual de unas élites pseudoizquierdistas cristalizadas en una clase política que, aliada como la derecha con la oligarquía económico-financiera, se ha alejado de la sociedad civil que afirma representar, identificándose por compensación con la defensa de unos valores, los de la socialdemocracia relativista, que no han calado sin duda en el pueblo llano norteamericano. No ha habido, pues, un voto femenino, ni hispano, ni negro, ni musulmán, como complacería al comunitarismo preciado por esas élites que querrían así administar la disolución de un sentimiento nacional en este identitarismo de minorías que aseguraría su poder in aeternum. Y todo eso frente al proclamado machista, racista, e incluso fascista Trump.

Así, en España todos los medios se rasgaron las vestiduras con el monstruo Trump; sus tertulianos, los del credo ut intelligam, dudan del futuro de la democracia norteamericana, mientras rehúsan ver la falta de democracia que existe en nuestro país, una monarquía de partidos en la que no hay separación de poderes ni representación política, secuestrada al modo fascista por los partidos de una oligarquía que nada en la ciénaga de la corrupción incontrolable.

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