Frank Eugene [Spencer Alley blog]
La reducción del número de diputados y senadores en Italia lleva a Ignacio Ruiz Quintano a reflexionar sobre el principio de representación política: " Italia, que tiene de jefe a un Bela Lugosi que nadie ha votado, anuncia un “tijeretazo” de un tercio de diputados y de senadores, lo que da la idea del elevado concepto de la representación política que tienen en el país de Marsilio de Padua, el primero en conformar el principio representativo como la osa virgiliana a sus oseznos. [...] Aquí, el miedo inducido a que la ruptura democrática diera al PC la hegemonía “a la portuguesa” llevó a copiar el modelo “a la italiana”, y lo llamaron consenso, “un concierto secreto entre débiles jefes de partido que se reconocieron mutuamente como tales” a fin de asegurarse la estancia en el Estado eliminando competidores mediante el sistema proporcional, que garantiza la estabilidad de este sindicato de profesionales del poder que tenemos delante. –La manera de asegurar la reproducción indefinida del reparto inicial del poder fue copiada de la italiana: financiación estatal de los partidos con representación parlamentaria y uso de los medios de comunicación en proporción a la cuota electoral obtenida. El tijeretazo italiano, que no tardará en llegar aquí, es, como ahorro, el chocolate del loro, y como política, un brindis al sol, el tendido de la demagogia. En el Estado de Partidos no existe el principio de representación (dicho por sus doctrinarios), sustituido por un principio de identidad que supone la integración de las masas (charismo y cuñadismo) en el Estado: eliminan un tercio de los diputados, pero podrían eliminarlos todos, y no afectaría en nada al poder, que seguiría tal cual en manos de los mismos jefes. La representación en Europa sólo es atrezzo.
Rubén Gisbert señala que "El Banco de España ha modificado la manera en que publica los tipos de interés y alguna información de los mismos. ¿Por qué? Tras observar el trabajo de Preico jurídico parece mas que evidente la complicidad de aquella entidad con la usura practicada por los bancos y financieras", que hace más difícil así a los súbditos de la Monarquía de partidos comprobar si se les están aplicando denunciables intereses usurarios. Esta alianza entre el citado organismo y las entidades financieras que apoyan a la oligarquía política demuestra cuán lejos está este régimen de poder de proteger a la sociedad civil.
Luis Escribano denuncia cómo los partidos mantienen las redes clientelares de sus predecesores en la detentación del poder: "El gobierno de PP y C's mienten cuando dicen que han desmantelado los chiringuitos del PSOE de la administración paralela en Andalucía. Y lo hacen todos los partidos en todas las Administraciones. Se gastaron millones de euros en unas auditorías manipuladas e interesadas para no tener conflictos con los trabajadores de los chiringuitos. Juan Marín mintió en el debate público, al decir que no se podía despedir a los trabajadores de la administración paralela "porque tenían derechos adquiridos". ¡Qué se lo diga a los miles de trabajadores despedidos en España de las empresas privadas! ¿Derechos adquiridos? Miren el Título III de la norma de abajo, que explica cómo pueden realizarse despidos colectivos en el sector público de forma justificada, y existen muchos motivos. Esta panda de mentirosos y buhoneros de la política van a arruinarnos si no ponemos fin a esta partidocracia."
Continúa la corrupción: el SAS demora arbitrariamente la entrega de documentos clave del caso maletines. El mismo autor trae otro caso de corrupción, y señala la impunidad autootorgada del poder partidocrático: "Con esta información, queda demostrado una vez más que, en esta partidocracia, los gobernantes pueden abusar del poder cuanto deseen sin consecuencias para sus autores, y que los españoles no podemos hacer nada para evitarlo, porque este régimen partidocrático instituido en 1978 (CE) no tiene mecanismos para evitarlo. Como insisto en casi todos mis artículos, estos mecanismos de control sólo estarán presentes cuando se instituya una democracia formal como forma de gobierno, de forma que la nación o pueblo podría controlar a los gobernantes de forma eficaz. Y si alguno abusara del poder, lo pagaría muy caro. Para conseguirlo, sólo es necesario dejar de votar y forzar a los gobernantes a que abran un periodo de libertad constituyente, con el fin de elaborar una constitución con las reglas de juego fundamentales, en beneficio a toda la nación española."
La decisión del Tribunal Constitucional que anula la medida del Gobierno de ceder a los Tribunales Autonómicos las restricciones del COVID, lleva a Ignacio Ruiz Quintano a considerarlo como síntoma de la falta de Constitución: "La decisión del TC prueba que no hay Constitución (por eso no pasa nada cuando se la saltan) y que en España no hay un solo demócrata (por eso no le importa a nadie que se la salten). ¿Qué constituye una Constitución? El poder del Estado, para dividirlo y separarlo (¡en origen, pillines, mediante elección directa y separada de legislativo y ejecutivo!). Sin separación, dice la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, no hay Constitución."
"¿Existe un gobierno mundial? ¿Es eso posible? ¿Cómo podríamos protegernos en caso afirmativo? Con motivo de las últimas reuniones internacionales (Foro de Davos, OMS...), Alberto Iturralde y Emilio Triviño analizan qué intereses defienden los organismos y personas de gran influencia mundial que se reúnen, hasta qué punto tienen la capacidad de imponer esos intereses y a quienes."
El más importante periódico del régimen señala lo que resulta más dañino para éste: la abstención. En la edición impresa puede verse debajo de la noticia sendas fotos de los candidatos de los partidos pilares de la partidocracia, con el mentón apoyado en la mano que indica una tendencia ideológica: tal finura simbólica y tales mensajes de una prensa al servicio del poder (al que no critica, como debería ser su función) darían que pensar a una sociedad civil, si no estuviera en su gran mayoría anestesiada hasta tal punto que asume el propio daño en beneficio de otros, como decía Montaigne.
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